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El arte de coquetear
Se ha definido el coquetear como "el comportamiento o acción amorosa sin compromiso emocional". El coquetear es un regalo natural que tenemos los seres humanos desde que nacemos. Los bebés coquetean con nosotros cada vez que nos acercamos a ellos. Pero, desafortunadamente, muchos adultos han perdido esta maravillosa habilidad.
El coquetear es nuestra forma natural de expresar interés por las personas. Una sonrisa oportuna, una risa compartida o un intercambio de palabras en la cola del automercado pueden resultar herramientas poderosas. Una vez que se aprende cómo hacerlo, uno puede escoger cómo utilizarlas. El coqueteo sirve para todos, los bebés, hombres, mujeres, perros y gatos. Las personas que coquetean adecuadamente obtienen lo que desean de la vida, porque son capaces de crear sentimientos agradables en los demás. Nos abre la oportunidad de conocer nuevas personas todos los días, que en alguna u otra medida pueden aportarnos algo.
Es simple, podemos comenzar por darle a alguien que conocemos una palmada en la espalda y decirle "¡Qué lindo tienes el cabello hoy!" Es muy raro que la persona reciba esto con rechazo, todo lo contrario. La sonrisa que recibimos de esa persona nos llena de una grata sensación. Pero debemos estar alertas de no caer en falsos cumplidos, sería más bien grosero decirle a una persona pasada de peso "¡Qué linda figura tienes!". Las personas pueden detectar la insinceridad. Por eso los cumplidos deben sentirse y resaltar aquellos atributos de los otros que realmente nos agraden. Por todo esto se confunde el coquetear con el ser amable. Sin embargo, más allá de ser amable o coquetear amistosamente, existen otras formas de coquetear. Podemos coquetear sexualmente o no. La clave es conocer lo que se desea lograr y cuáles son las señales correctas para este propósito. Si tenemos pareja y coqueteamos con otros, enviamos señales que dicen "me caes bien, me agrada tu compañía, pero no estoy disponible". Cuando se coquetea por diversión y no para atraer una pareja, es muy importante establecer la diferencia.
La forma en que le coqueteamos a nuestra pareja o amante es muy diferente a la forma en que le coqueteamos al cajero del automercado, y más distinto aún al coqueteo con nuestros compañeros de trabajo. La clave es tener muy claro las señales que se envían, a quién se las enviamos y por qué razón.
¿Para qué sirve?
Frente a un mundo plagado de parejas potenciales, el coqueteo es la solución natural en todas las criaturas, que nos permite escoger la correcta. Todos necesitamos una pareja genéticamente diferente, así como lo suficientemente saludable como para permitirnos procrear una descendencia fuerte y saludable, que sea un compañero para la paternidad o maternidad, y que nos ofrezca una adecuada compatibilidad social, entre otras cosas.
Nuestros antecesores animales y humanos necesitaban un mecanismo rápido y seguro para juzgar a los posibles candidatos y arriesgarse con un embarazo con cada uno. El coqueteo permitía conseguir este fin, ofreciendo una serie de señales, relativamente libres de riesgo, con las cuales poder tomar una muestra de campo, probar tácticas sexuales e intercambiar información vital respecto a la salud y capacidad reproductiva de la pareja.
Visto desde este punto de vista, netamente biologicista, el coqueteo es un proceso de negociación que tiene lugar luego de una atracción inicial. En este caso, las personas intercambian información que les hace entender que se sienten atraídos el uno hacia el otro, y comienzan a probarse, en base a una serie de atributos.
¿Cuáles son las claves?
Lo más importante para un adecuado coqueteo es establecer una disposición para ello. Un buen coqueteo requiere ser juguetón, implica cierta diversión, aventura y curiosidad acerca de las personas. Cuando nos sentimos bien acerca de nosotros mismos, es que podemos ofrecernos a otras personas. Luego, debemos deslastrarnos de la idea del resultado, dejar de preguntarnos "¿Para qué, si igual me van a rechazar?" Si tenemos claro y estamos enfocados en nuestro objetivo, esto se hará notar. En lugar de preocuparnos por anotar puntos o causar una buena impresión, debemos enfocarnos en lo que podemos ofrecer. Debemos preguntarnos cómo podemos hacer que las personas se sientan bien a nuestro lado. Esta actividad se volverá automática y comenzaremos a coquetear de modo natural adaptando un estilo personal acorde con la situación.
Por ello es importante que seamos nosotros mismos. Los simuladores son descubiertos de una u otra forma. Si fingimos ser aquello que no somos, nos encontraremos con menos amistades, menor cantidad de oportunidades para conocer a nuevas personas y en especial, de conocer a la persona indicada para uno. Entonces, es conveniente mostrarnos como somos, lo cual no implica resaltar nuestros defectos, por el contrario exaltemos nuestras cualidades positivas y valgámonos de ellas, aun cuando sean acompañadas por una que otra cualidad negativa.
Debemos ser arriesgados porque si no nos arriesgamos nunca podremos saber si una persona nos conviene o no. Muchas personas se rinden cuando no obtienen resultados inmediatos. Es bueno monitorear aquello que nos funciona y aquello que no lo hace. Si no estamos obteniendo los resultados deseados es recomendable preguntarnos qué podríamos hacer diferente y permitirnos hacerlo. Cuando pensamos que en la vida cualquier resultado que obtengamos de una acción nuestra es una herramienta de aprendizaje, obtendremos siempre éxito en aquello que emprendamos. La clave es aprender de lo que no funcionó y modificarlo.
Es conveniente estar pendientes de los efectos que causamos cuando coqueteamos. Algunas mujeres, envían señales abiertas de coqueteo amoroso cuando lo único que quieren es entablar una amistad. Otras, envían señales sexuales y lo que desean es un poco de atención... y la obtendrán, pero, desafortunadamente la no deseada. Podemos practicar con nuestras amistades para que nos den un feedback sincero de nuestro comportamiento. Practiquemos con el espejo, cuando comencemos a comprender el efecto de lo que hacemos estaremos en capacidad de hacer cambios.
Además, es importante aceptar los coqueteos y saber decir no con gracia y asertividad. Si no nos agrada la persona, tomémoslo como un cumplido y no rechacemos al otro de forma poco amigable o grosera. Debemos rechazar a una persona que nos coquetea, de buena manera, lo más positivo que podamos. Esto será notado por otras personas, quienes se sentirán atraídos por nuestra amabilidad y encanto. ¡Buena suerte! en su próximo coqueteo.
Factores que más influyen al eligir pareja
Los psicólogos coinciden en que el punto inicial en que nos fijamos en una pareja potencial suele ser la atracción sexual que provoca aparte de reacciones biológicas, alteraciones nerviosas, cambios de ritmo cardiaco... Pero aparte de esto se sabe que el deseo está muy mediatizado por las características psicológicas y la experiencia personal que condicionan los criterios que utilizara una persona para elegir a su pareja.
Parece haber unos criterios, más o menos comunes, por los que nos guiamos al elegir pareja, según una encuesta del CIS: el carácter, el físico y la forma de ver la vida es lo que casi siempre determina que nos fijemos en una persona determinada. El cariño parece ser el motivo principal por el que las parejas siguen unidas después de varios años de convivencia. Los estudios realizados sobre la atracción personal demuestran que nuestras preferencias cambian después de la adolescencia, por la parte femenina se busca una pareja que represente "brillo social, don
Alrededor de los treinta años tanto hombres como mujeres buscan en su potencial pareja aficiones comunes, afinidad laboral... una persona con la que poder compartir nuestra vida. Es bastante difícil pronosticar el éxito o el fracaso de una relación en su inicio, mucho más teniendo en cuenta que, cuando se inicia una relación las personas tendemos a comportarnos inconscientemente de una forma distinta a como somos realmente. Pero si que se puede pronosticar la gravedad de los conflictos que aparecerán en función del carácter. En este sentido existen cuatro tipos básicos de persona:
-Carácter Asertivo. Exponen sus ideas con claridad. Con ellos los problemas se suelen solucionar fácilmente. Suelen ser compatibles con cualquier persona.
-Carácter agresivo. Hablan de los problemas partiendo de la base de que ellos tienen razón y tan solo funcionan si se unen a personas dialogantes o agresivas como ellas. Suelen haber peleas habituales, pero saben encontrar la solución.
-Carácter sumiso. Suelen ser personas acomplejadas que suelen aceptar lo que su pareja dice. Cuando se juntan con personas agresivas su personalidad queda anulada.
-Carácter agresivo-pasivo. Suelen ser los más conflictivos. No dicen lo que quieren pero suelen exigir que su pareja lo sepa. Identifican este desconocimiento con la falta de amor y el desinterés.
¿SE ATRAEN LOS POLOS OPUESTOS?
Hay una teoría muy extendida que argumenta que personas con caracteres muy distintos se atraen porque se complementan. Estas son relaciones de compensación, que muchas veces tienen un resultado difícil, ya que están basadas en la dependencia. Lo que suele ocurrir en estas parejas es lo siguiente:
En un principio es una relación gratificante para el miembro de la pareja de carácter más débil porque su compañero le resuelve todos los problemas. Al pasar el tiempo, la persona débil aprende a ser fuerte y deja de depender de su pareja, con lo que la relación se rompe; sino es así la relación de dependencia será cada vez mayor, el sumiso vivirá para la relación y tendrá miedo de que esta se rompa, el dominador sentirá como una carga de que la otra persona dependa de él. Ninguno de los dos disfrutará de la relación.
¿PORQUÉ TROPEZAMOS DOS VECES?
¿Porqué iniciamos relaciones abocadas al fracaso? Parece que los errores más comunes que solemos cometer son: Tendemos a vincularnos demasiado jóvenes a una persona, lo que puede provocar que evolucionemos de forma distinta y después la relación no funcione al tener intereses y valores distintos. Estereotipamos a las personas con poca información, lo que hace que tengamos una imagen que es ficticia y no real. Presuponemos que ciertos rasgos de personalidad van unidos, de forma que si una persona es simpática, también ha de ser inteligente. No hacemos suficientes preguntas, preferimos ocuparnos de las cosas positivas y de las razones que nos permiten amar a una persona y no analizar las cosas o puntos que nos separan o que no nos gustan. Por miedo a que la relación no funcione, transigimos prematuramente creando una falsa sensación de armonía auto-engañándonos.
Cómo hacer el amor más inteligente
Se habla mucho de amor pero esta palabra se ha adulterado debido quizás al abuso y manipulación que de la misma han hecho los medios de comunicación. No tener las ideas claras en algo tan importante a la larga puede tener un elevado coste. Contra ello se erige el amor inteligente que es aquel que se expresa con una afectividad madura, que pone sobre la mesa los sentimientos y la razón pero sin perder la ternura ni la espontaneidad, y que comparte unos ideales que lo hacen trascendente.
Se ha puesto de relieve la paradoja de que frente a los grandes avances científicos y tecnológicos hay un fuerte retroceso en la formación humana, que nos imposibilita para mantener una relación con el otro que favorezca un amor sano, equilibrado, sin falsos idealismos y realista.
1. -Dar y recibir amor. El amor es entregarse al otro, buscando lo mejor para él. El amor inteligente alberga tres ingredientes simultáneos: una buena relación sexual, que se irá consiguiendo con el tiempo, la compenetración psicológica, que implica aunar corazón y cabeza, sentimientos y razones y la espiritual, es decir aspirar a elevarse y superar los vaivenes propios de la vida.
4. -Evitar discusiones innecesarias. Aprender el arte de aceptar distintos criterios. Aquí se mezclan con arte y oficio, el saber ceder, el saber encajar y la capacidad para zanjar un tema sin volver obsesivamente sobre él. Esto evitara esas discusiones que no conducen más que a alimentar la lista de agravios y no conducen a nada.
5. -Tener capacidad de reacción. Hay que evitar que las tensiones y problemas impidan el diálogo durante horas o días, gestos negativos, lenguaje crítico hacia el otro...Hay que saber pedir perdón, aproximarse al otro e impedir que ninguno se sienta demasiado derrotado. Una pareja bien avenida se crece en las dificultades y tiene recursos para superar y sortear los escollos de la vida.
6. -Adquirir habilidades para la comunicación. Muchos problemas en la pareja de deben a errores en la comunicación. Hay que aprender a respetar al otro, mostrándolo con palabras, gestos y acciones, saber ponerse en el lugar del otro, cuidar el lenguaje verbal, saber expresar lo que realmente queremos decir. Asimismo, también se ha de tener en cuenta la comunicación no verbal, la mirada, la cara, los gestos, todo ello influye y mucho en nuestra relación con la pareja.
7. -Procurar que no salga la lista de agravios. Aquí la palabra es plata y el silencio es oro. Aprender a callar es el mejor argumento para evitar agravios y recriminaciones que solo conseguirían envenenar a la relación.
8. -Tener el don de la oportunidad. Para plantear cualquier cuestión conflictiva o ante una decisión importante, se ha de evitar hacerlo en los momentos de cansancio o tensión.
9. -Intercambiar recompensas. Ello requiere compenetración y estar atento a las necesidades del otro. Estas cosas son las que rompen la monotonía y dan salsa a la relación.
10. -Cuidar la sexualidad. La sexualidad inteligente ensambla el contacto corporal con la ternura y las dos partes de la pareja han de estar atentas a las necesidades mutuas. La sexualidad desconectada de los sentimientos rebaja y envilece a la pareja.
Por último e importante no olvidar, que para estar bien con alguien, hay que estar bien primero con uno mismo; haber conseguido un cierto equilibrio personal y estar relativamente contento con la propia forma de ser. Y tener presente que solo quien es libre es capaz de comprometerse.
Son infinidad los conflictos que sufren las parejas de hoy, pero haremos hincapié en los siete motivos más frecuentes de conflicto que llevan al desamor.
JUVENTUD: Cuanta menos edad sumen los cónyuges más posibilidades tienen de diluir su unión en un futuro debido a que, los jóvenes viven más el presente y el arrebato amoroso les empuja a tomar decisiones poco sopesadas sin reparar en los problemas de la convivencia. Sin embargo, esto no se da si los dos miembros de la pareja saben evolucionar junto a sus sentimientos y necesidades. Un estudio de Asuntos Sociales sobre parejas apunta a que los entrevistados más felices eran los que habían dicho si quiero más tarde.
DECEPCIÓN: En la convivencia día a día bajo el mismo techo, se descubren aspectos desconocidos del otro que en algunas ocasiones suponen dar al traste con la idea que se tenía del otro, principalmente cuando en la etapa inicial de la relación es normal que cada uno trate de dar lo mejor de sí y que al estar enamorados veamos solo aquello que queremos ver. En esta etapa es importante la aceptación del otro y el desarrollar habilidades para mantener la relación.
INMADUREZ: Es muy difícil de solucionar si una de la partes está fijada en la infancia y es incapaz de asumir las responsabilidades que conlleva una relación. Suelen ser personas inconstantes, caprichosas, carentes de una visión sobre las consecuencias de sus actos y es preferible esperar a que maduren para consolidar la relación.
EGOISMO: El sentimiento amoroso no es puramente altruista, cuando damos esperamos recibir lo mismo o al menos en similar proporción. El intercambio de afecto, de entrega, de comprensión, de cariño, de trabajo...si no es compartido conllevara al desencanto, a la frustración y logrará consumir a la relación.
AUTOENGAÑO: La creencia de que lograremos cambiar al otro es falsa y el mantener la venda en los ojos tampoco da resultado y en algún momento esta caerá. Tampoco resultan las uniones en la que uno de los miembros proyecta en el otro su ideal de persona y la disfraza en lo que no es.
FALTA DE PALABRAS: La incomunicación es uno de los pilares por los que se agrietan muchas parejas, y muchas veces la suma de silencios se va engrandando en igual proporción al resentimiento acumulado. Se acaba por no tener confianza en el otro y es imprescindible el diálogo y la sinceridad para poder mantener a flote la pareja. Las quejas en voz alta y la claridad restan relevancia al problema y al comunicarlo se minimiza el conflicto.
RUTINA: La apatía es lo peor en una relación. Cuando se instala el desinterés poco podemos hacer. Es importante esforzarse para mantener un intercambio interesante en la pareja y esto es algo que concierne a cada una de las partes. Es una utopía fantasiosa el sueño de que el otro si te ama debe adivinar tus deseos. Las dos partes han de trabajar para que la relación sea todo menos aburrida.
Los Celos
Llamamos celos a esa manera de control obsesivo que se pone en marcha ante el miedo a perder una "posesión". De nuevo nos encontramos con que los pensamientos pueden desencadenar emociones negativas y su control racional lograría desarticular esa emoción particularmente obsesiva.
Aquí hablaremos principalmente de los que se dan en la relación amorosa, aunque en la vida cotidiana también hay personas que muestra envidia por cualquier cosa que posean otros. Los celos suelen darse en personas dependientes con una frágil autoestima que se sienten terriblemente vacías ante la posibilidad de perder al ser amado. Su vida nunca ha sido cultivada interiormente necesitando constantemente del apoyo de unos u otros para poder proseguir en su andadura. Los celos son su manera de controlar aquello que temen perder previendo en todo momento que la simple posibilidad de "abandono" no llegue a darse. Pero al contrario de lo que esperan, su constante control y desconfianza producen otro efecto. La persona víctima de los celos del otro, se siente cada vez más agobiada y necesita huir de tal aprieto. Los celos siempre acaban produciendo el efecto contrario del deseado: el receptor de los celos no aguanta más una fidelidad nunca creíble por más justificaciones que lleve acabo y el celoso se siente atormentado por su fijación de ideas y desesperado cuando por fin la consecuencia previsible es la ruptura de la relación tan protegida.
La desconfianza en los propios valores crea indefensión y dependencia en los otros. Aman con locura absorbiendo cada milímetro de su amado sin dejar que se abra un minúsculo hueco entre ambas vidas. Presionan hasta agotar permitiendo la fijación de ideas absurdas en su mente de forma obsesiva que desequilibran a cualquiera. No viven ni dejan vivir porque en su temor se olvidan de permitirse el goce. Nunca llegan a estar satisfechas porque la duda siempre está visible en sus retorcidas mentes. Y hablo en forma femenina porque somos las mujeres las mayores adictas a esa negativa y deformante emoción. Las mujeres por propia naturaleza somos absorbentes, ruines, envidiosas y no solemos conformarnos con poco. Pero no quiero entrar en polémicas al establecer unas muy personales diferencias de sexo porque ello no es motivo de este artículo.
En los niños también podemos encontrar celos pero en ellos y en determinadas situaciones son comportamientos normales. El niño siempre inseguro en sus primeras etapas de desarrollo precisa del cobijo y del afecto que le proporcionan los padres. Esto lo mantiene en equilibrio. Cuando la mamá, suministradora principal de esa fuente amorosa y segura vuelve a quedar encinta, la inseguridad de que vayan a cambiarlo por el nuevo bebé, resurge en forma de celos hacia ese nuevo ser. Normalmente es necesario que pase un tiempo de acomodación para que el niño se percate de que nadie va a cambiarlo por otro y aprenda a compartir a sus papás con el nuevo hermanito. Esa etapa bien llevada por los padres facilita el equilibrio en el niño.
Los celos se consideran una conducta patológica cuando se instauran en el patrón habitual de la persona haciéndola sufridora de una ausencia de fuerza interior. Los celos pueden llevar a la persona inestable afectivamente a llevar a cabo algunas conductas psicópatas. La idea fija de traición está tan asentada en su interior que al verse hundida reacciona amoralmente. "¡Si no va a ser mío, no va a ser de nadie!!"- palabras dramáticas que a menudo descubren a ese ser absorbente que describíamos víctima de la emoción negativa llamada celos.
Este tipo de celos tan arraigados y profundos, necesitan una buena terapia para poder descubrirlos y vencerlos. Trabajando los pensamientos confrontándolos con la realidad ayudará a detener la fuerza con que invaden a la persona que los sufre.
Los celos nunca son positivos porque la persona tiene que creer en sí misma y valorarse sin necesidad de depender exclusivamente de otros para existir. Una relación de pareja en la que exista suficiente espacio para poder disponer de una parcela privada para cada miembro y una común para ambos logrará un mejor entendimiento y equilibrio facilitando el desarrollo de ambos.
Acaba ya con los celos, la envidia, las obsesiones y trabaja tu autoestima porque es en tu propia valía en donde encontrarás tu equilibrio.